En el Año Europeo del Patrimonio Cultural, ACRE defiende la necesidad de un patrimonio vivo, que base su preservación en el incremento de presupuestos generales destinados a patrimonio, en un adecuado control institucional, y en la participación activa.
Asistencia de ACRE a la presentación del EYCH 2018
El pasado 13 de febrero, ACRE (Asociación de Conservadores Restauradores de España) fue invitada a participar del evento desarrollado en Palencia para la presentación de la celebración española del Año Europeo del Patrimonio Cultural (EYCH 2018). Entendimos orgullosos que la invitación se explicaba como representantes de un colectivo de profesionales que se supone jugamos un papel importante en la conservación del patrimonio.
En el acto se hizo referencia al apoyo económico a entidades como museos o diputaciones; se habló del turismo cultural como estímulo económico, y por supuesto de los grandes tesoros del país. Acabado el acto y tras los aplausos, echamos en falta la posibilidad de réplica, de debate constructivo y entendimos que el sentido de la invitación no era otro que reconocer nuestras actuaciones, pero no tanto opinar sobre el asunto.
Reclamamos una protección desde la participación activa
Opinar es lo que vamos a hacer ahora, algo más tardíamente y en un foro distinto. Porque si fuimos a Palencia no fue por la grata compañía, sino porque realmente nos importa el patrimonio y reclamamos una participación activa en su protección.
En el acto y como casi siempre, percibimos el olvido de la mayor virtualidad del Patrimonio Cultural: su pertenencia a la sociedad, a la ciudadanía en su conjunto. Nos pareció que se repetía una vez más la simplificación del patrimonio como objeto (digno de adoración). Por fortuna, su potencialidad supera a la mera atracción de turismo, puesto que es el mejor y más generoso medio de cohesión del tejido social. Creemos que la riqueza patrimonial debería imaginarse como un valor inmune a la deslocalización y por tanto profundamente equilibrador de desajustes regionales. Aunque no sólo, podría servir para fijar población a través del turismo.
Las ayudas del EYCH 2018 sólo están diseñadas para “los grandes”
Al hilo del Año del Patrimonio las administraciones europeas están inyectando considerables sumas para financiar proyectos vinculados al Patrimonio. Sin embargo, dichas iniciativas parecen ajenas a esa realidad social que percibimos. Las convocatorias imponen condicionantes que limitan la participación a entidades de gran peso (entidades con fondos propios), expulsando a otras de menor volumen pero más vinculadas a la ciudadanía. Como en las desamortizaciones, el dinero pasa de unos señores a otros pero permanece impermeable al pueblo. Se desenvolverán acciones espectaculares, pero ¿veremos su calado, su participación en la mejora del reconocimiento del patrimonio como herencia social?
La realidad del Territorio Cultural de España
Hay más lecturas. Palencia, la sede de esta apertura oficial del EYCH2018, se encuentra en Castilla y León: un gran cofre de tesoros mencionados en el acto a través de las declaraciones de la UNESCO. Pero Castilla, también es el territorio más extenso de España, el más despoblado y viejo. Cuando llegue a ser el más pobre, intentaremos evitar un expolio anunciado, pero quizá será tarde y el hambriento se habrá comido el dulce que le pusimos delante.
¿No habría que centrar las estrategias en la educación patrimonial?, ¿diseñar propuestas para fijar la población en el territorio?, ¿diversificar la actividad del rural, no limitándola al turismo?, ¿de qué viven las poblaciones que custodian estos tesoros? Habrá que pensar más allá de la promoción turística, que no tienen sentido sin población local, sin tradiciones, sin gastronomía, sin abuelos a los que escuchar, sin jóvenes que reproduzcan ritos y fiestas. El patrimonio no es sólo el objeto, es un concepto mucho más rico y polisémico, que lleva fijados una población, una cultura identitaria. En la pérdida de población estamos igualmente perdiendo las mayores riquezas de nuestra tierra, nuestra identidad y nuestros recursos.
Para cuidar los objetos culturales que quedan anclados en un vacío poblacional, habrá que invertir de nuevo millones para trasladarlos a los fríos museos, para siempre mutilados en su valor patrimonial. Trabajemos para evitar que la única forma en la que podamos entender nuestro patrimonio sea como objetos descontextualizados con una cartela que explique lo que son.